Casa natal de la Madre Pabla
¿Cómo navegar por la visita virtual?
1º-Toca en el icono "play" del centro de la pantalla y observa cómo se abre la vivienda en alzado 3D.
2º-Localiza el "cuadrado" que se encuentra en la zona derecha para "ver en pantalla completa"
3º-En la parte inferior, verás imágenes de "accesos rápidos". Te recomendamos comenzar pinchando en "Fachada principal"
4º-Localiza el círculo con un peatón que está en la parte inferior izquierda junto a la puerta
5º-Pínchalo y comienza la visita. En la posición del ratón aparecerán "círculos". Donde pinches, ahí se dirigirá la imagen
6º-Conforme navegues, aparecerán círculos en el suelo que guiarán tus pasos por la vivienda.
7º-Con el ratón, y manteniendo pulsado el botón izquierdo, podrás desplazarte a izquierda y derecha.
A partir de aquí, descubre los lugares más emblemáticos de la vivienda. Deseamos que disfrutes con esta experiencia.
Madre Pabla Bescós Espiérrez (1848-1929) fue una figura clave en la historia de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Nacida en Panzano, Huesca (Aragón - España), creció en una familia profundamente cristiana, donde desarrolló una fe recia, una sensibilidad especial y un corazón compasivo.
Desde joven manifestó un claro deseo de consagrarse a Dios, superando dificultades de salud y negativas iniciales para finalmente ingresar en la Congregación, donde fue reconocida por su sabiduría, equilibrio interior y entrega generosa.
En Alcañiz, donde fue superiora, fundó la primera escuela gratuita de la Congregación y lideró con valentía durante la epidemia de cólera de 1885.
Su entrega en los momentos más duros y su atención a los más necesitados fueron reflejo vivo del carisma de hospitalidad que ella encarnaba. A pesar de atravesar momentos de oscuridad espiritual, mantuvo siempre su fidelidad y servicio silencioso.
Como Maestra de Novicias y luego Superiora General, guió con firmeza y ternura la formación de numerosas hermanas, impulsando la expansión de la Congregación en España y América. Gracias a su perseverancia y fe, logró superar la resistencia civil y obtener del Papa León XIII la aprobación pontificia de la Congregación en 1898, un hito largamente esperado.
Su vida fue una mezcla de contemplación y acción, de fidelidad a la tradición y apertura a las necesidades del momento.
Murió en 1929 con fama de santidad, dejando una huella imborrable de amor hecho servicio. Hoy, su casa natal es un símbolo de esa semilla humilde que dio fruto abundante para la Iglesia y el mundo.