Presentación de María
Esta fiesta es de origen oriental. Se remonta al siglo VI. En Occidente fue introducida mucho más tarde.
Nada dicen acerca de la vida de María los evangelios canónicos. Este silencio es roto solamente por los evangelios apócrifos. El protoevangelio de Santiago se detiene a narrar con detalle este episodio.
“Al llegar la niña a los tres años, dijo Joaquín: «Llamad a las doncellas hebreas y que tomen candelas encendidas (para que la acompañen), no sea que la niña se vuelva atrás y su corazón sea cautivado por alguna cosa fuera del templo de Dios.» Y así lo hicieron mientras iban subiendo al templo de Dios. Y la recibió el sacerdote, quien, después de haberla besado, la bendijo y exclamó: «El Señor ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones, pues al fin de los tiempos manifestará en ti su redención a los hijos de Israel.»
Entonces la hizo sentar sobre la tercera grada del altar. El Señor derramó gracia sobre la niña, quien danzó, haciéndose querer de toda la casa de Israel.
Bajaron sus padres, llenos de admiración, alabando al Señor Dios porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo como una paloma, recibiendo alimento de manos de un ángel”.
Más allá de la credibilidad que se quiera dar a este relato, está el sentido que para la fe tiene. De algún modo, intenta recoger la idea de una preparación en María para la gran misión que le esperaba como Madre del Señor, su total dedicación a Dios y a su causa.
Por otro lado, esta fiesta es un tributo a María. Ella es el verdadero templo purísimo donde Dios va a encontrar acogida y morada.