Espiritualidad


OPTICA MT25

VER EL MUNDO CON UN LENTE DIFERENTE.

¿Qué es la ÓPTICA MT25? Se trata de una forma de entender y de estar en el mundo. Nuestros Fundadores la descubrieron e hicieron suya en la CARIDAD hecha HOSTIPALIDAD. Esta óptica continúa en nuestra Congregación como sello de identidad. Vivir bajo la ÓPTICAMT25 supone traspasar la realidad y descubrir a Dios en los lugares más insospechados, nos cambia la sensibilidad para ver la realidad de otro modo: “…porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis, estuve enfermo y me atendiste, estuve en la cárcel y me visitasteis. Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te alimentamos o sediento y te dimos de beber?, ¿Cuándo te vimos como forastero y te acogimos?, ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos? Todo lo que hicisteis por uno de mis hermanos más pequeños, lo hicisteis por mí” (Mt 25, 34-40)

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NACIMOS PARA SANAR1, CON EL MAYOR CUIDADO, CON TODO DETALLE Y CON TODO AMOR.

UN POCO DE HISTORIA:

Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana no podemos hablar de nuestra espiritualidad sin recorrer la historia de nuestra congregación, puesto que es en ella donde se ha forjado nuestro estilo de vivir el Evangelio. Nacimos a principios del siglo XIX en el Hospital de Ntra. Sra. de Gracia en Zaragoza, cuyo lema era “Domus infirmorum urbis et orbis” (casa de los enfermos de la ciudad y del mundo). Juan Bonal fue el sacerdote que acompañó allí 2 Fraternidades: una de 12 Hermanos, y otra de 12 Hermanas; María Ràfols quien vino al frente de la fraternidad femenina.

La Sitiada2 del Hospital controlaba los movimientos, las acciones y la extensión de la Hermandad. Fue al mismo tiempo protección y yugo, dados los tiempos en los que creció la Fraternidad. Tuvieron las Hermanas que mejorar la asistencia de los enfermos, hacer frente a los horrores de la Guerra de la Independencia, soportar el peso de la Sitiada afrancesada, la separación del que había sido el cofundador y acompañante.

Las Hermanas cuidaron a los enfermos y se responsabilizaron de los niños abandonados, acompañaron a los condenados a muerte, visitaron a los encarcelados, etc. Sabemos también que se examinaron para poder realizar las sangrías. En aquella época ninguna mujer lo había realizado. Su tarea se fue adaptando a las necesidades del entorno y “¡estaban dispuestas, incluso, a arriesgar la vida para salvar la física del que lo necesitaba!”, de ahí que en momentos de penuria dejasen para los enfermos sus propias raciones de comida y su pequeño salario.

Juan Bonal, al ser separado de la Fraternidad, fue por toda España a recoger limosna para los enfermos del Hospital. Así transcurrieron los últimos quince años de su vida, de pueblo en pueblo, confesando, escuchando, alentando y recogiendo todo lo que le daban para los pobres enfermos y, además, sufriendo los controles de la Sitiada del Hospital.

La vida entregada fue forjando un estilo en nuestros Fundadores y Primeras Hermanas, una forma de vivir el Evangelio. No hemos recibido escritos, sí hemos recibido una forma de vivir, de ser para Dios y para los Hermanos: una gran Herencia Espiritual.

NUESTRA HERENCIA ESPIRITUAL:

No poseemos ningún escrito de María Ràfols ni de Juan Bonal. No conocemos cómo eran sus experiencias místicas, ni sus diálogos  con el Sagrado Corazón de Jesús, de quien eran grandes devotos. Ni siquiera tenemos cartas de comunicación entre las comunidades, ni consejos o ayuda espiritual de parte de Juan Bonal, ¡nada! Conocemos sus firmas por los libros de cuentas, partidas de bautismo, peticiones a la Sitiada para mejorar la vida de los niños o de sus compañeras de trabajo.

Sabemos del don total y constante a las personas. Intentamos desgranar todo aquello que hemos recibido y que ha acompañado el camino de las Hermanas a lo largo de dos siglos. Los primeros Manuscritos, Constituciones, suponemos serían escritos por Juan Bonal, pero no aparece su firma en ningún lugar. En ellos descubrimos “consignas para liberar el corazón, más que normas que atan”.

Fundamentación evangélica: Las lecturas evangélicas que aparecen en los primeros Documentos y que nos han acompañado a lo largo de la historia. (Recordemos que en aquella época el uso de la Biblia no era tan habitual, ni todas las mujeres sabían leer):

  • “Lo que habéis hecho a uno de mis hermanos más pequeños a mí me lo habéis hecho” (Mt 25,40) esta cita aparece cinco veces en el Manuscrito de Barcelona (germen de las primeras Constituciones) y también en las Constituciones de 1805. 
  • “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Const. 1824. 
  • “… ¿Cuál es el primero de los mandamientos? … amarás al Señor tu Dios de todo corazón y de todo entendimiento y de todas tus fuerzas. El segundo es: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos.” (Mc 12,28-34) Const. 1824.

Fundamentación teológica:

Trinidad, vivir en su presencia ha sido una realidad desde los orígenes:

  • Vivir en la Presencia de Dios: “un pensamiento, o memoria de Dios con que en todos los lugares y todas nuestras ocupaciones le miramos presente y nos volvemos a él con nuestros afectos”3. Las Constituciones de 1805 nos proponen una oración para cada momento del día en las diferentes acciones que las Hermanas realizarán4. En estas mismas Constituciones se consideran como ejercicios espirituales lo que hay que hacer con los enfermos. La conciencia de la Presencia de Dios llevaba a nuestros Fundadores y Primeras Hermanas, a vivir en actitud de contemplación en la acción, entregándose día a día sin límites, hasta el punto de exponer la vida física "por solo la corporal" de las personas. 
  • Ver a Cristo en cada persona: este recuerdo de la presencia de Dios las lleva a descubrir a Cristo en el enfermo que llega, en el que está en el hospital, en el pobre que atienden, en el encarcelado, en el niño. "A mí me lo hiciste" es el dinamismo evangélico fundamental que configuró desde los comienzos nuestro camino carismático de espiritualidad.
  • Ser acompañadas por el Espíritu Santo: “desde el día de la Ascensión del Señor, hasta la Pascua del Espíritu Santo, tendrán todas las Hermanas su especial retiro, sin dejar el cuidado de los enfermos para recibir con plenitud el Espíritu Santo”5.

Raíz Mariana: En las primeras Constituciones se nos que dice “se elige como patrona a la Purísima Concepción”6. La Congregación nació a los pies de la Virgen del Pilar. Ella acompaña nuestro camino y nuestra presencia al lado de los pobres y necesitados, los que sufren.

Vida de fraternidad: “… que se pueda decir de ellas que tenían un solo corazón y una sola alma”7. Es lo que anima la vida comunitaria. La misma caridad que vivimos con los enfermos es necesario que la vivamos entre nosotras.

Ser Misión: desde el origen las Hermanas están llamadas a amar a Dios y a los hermanos. La misión que les fue confiada fue sanar a las personas que sufren: enfermos, niños, presos… El amor lo manifiestan en las diferentes tareas a realizar. Siendo siempre la persona el centro de nuestra entrega. Las Constituciones de 1824, en el Capítulo VII, nos describen minuciosamente cómo se realiza cada uno de los trabajos. Todos ellos se harán con el mayor cuidado, con todo detalle y con todo amor, desde la Hospitalidad, la Humildad y el Heroísmo.

VIVIR LA ESPIRITUALIDAD:

Nuestros Fundadores y Primeras Hermanas vivieron la Caridad hecha Hospitalidad de forma totalizante y heroica, forjando una espiritualidad cimentada en el mandamiento del amor8. Su vida entregada  nos ha llevado a descubrir y experimentar que somos llamadas a vivir como Cristo en la relación con Dios, Padre-Madre, y con el Espíritu Santo; a ser otro Cristo en la relación con nuestros Hermanos. Con Él, como Él y por Él las Hermanas de la Caridad de Santa Ana somos llamadas a vivir en íntima relación con la Trinidad, viendo a Dios en todas las cosas y todas las cosas en Él9. Viviendo como Hermandad, siendo expresión del amor de Dios Padre-Madre y queriendo hacer de todas las personas una familia en la que nadie quede excluido. Somos convocadas a vivir en comunidad el proyecto de vida evangélica, siendo caridad universal, principalmente con los más pobres y necesitados, incluso con el riesgo de la vida10.

Seguimos queriendo:

  • Recrear la misión según nuestro carisma, ser una Congregación “en salida”, responder con audacia, riesgo y creatividad al clamor de los más desfavorecidos; vivir abiertas en lo cotidiano a la novedad, a mirar, a contemplar y escuchar a Dios en la vida y en el hermano.
  • Ser comunidades comprometidas por los derechos y la dignidad de las personas y la defensa de una ecología integral que incluye la dimensión humana, social y ambiental. Incluir a toda persona, capacitándola, ayudándola a crecer y motivándola para que sea responsable de su promoción.

Reconocemos que el carisma es un don del Espíritu y ha sido concedido a otras personas que de modos diversos están en comunión con la Congregación formando la Familia Santa Ana y todos queremos seguir siendo Caridad hecha Hospitalidad, vivida desde la Humildad y Heroísmo.

Rosa María Muñoz Andrés, HCSA

1Sanar: entendemos este verbo en sentido amplio. Ayudar a recuperar la salud física, psicológica, espiritual, intelectual. Ayudar a la persona a recuperar su dignidad.
2Sitiada se llamaba a la Junta Directiva del Hospital formada por miembros del Gobierno y de la iglesia.
3Ibid. Cap. XV, Pág. 101
4Const. 1805, Tratado 4, Cap 2 
5Ibid. Cap 4º.
6Ibid. Tratado Iº, Cap Iº.
7Hch 4, 32. Const. 1824, Pág. 70.
8Cons. 2011 nº 78
9Cfr. Const. 2011, nº 79.
10Cfr Const. 2011 nos 6,62 y 63