San Efrén

San Efrén logró ya durante su vida gran fama como poeta y compositor de himnos religiosos, y en la antigüedad fue el más grande poeta cantor de la Santísima Virgen. La Iglesia Católica lo ha declarado Doctor de la Iglesia y los antiguos lo llamaban "Arpa del Espíritu Santo". Tenía especialísima cualidad para escribir poesías, y San Basilio dice que era tal la estimación que los antiguos tenían por sus escritos, que después de las lecturas de la Sagrada Escritura, en varias iglesias se leía alguna página escrita por este santo.

El mejor triunfo de San Efrén es el que a él le debemos en gran parte la introducción de los cánticos sagrados e himnos en las ceremonias católicas. Por medio de la música, los himnos se fueron haciendo populares y se extendieron prontamente por todas las iglesias. Los himnos de San Efrén se hicieron famosos por todas partes.

Efrén nació en Nisibe, Mesopotamia (Irak) en el año 306. El afirma de sí mismo que de joven no le daba mucha importancia a la religión, pero que cuando le llegaron las pruebas y los sufrimientos, entonces así se dio cuenta de que necesitaba de Dios.

El santo narra que en un sueño vio que de su lengua nacía una mata de uvas, la cual se extendía por muchas regiones, llevando a todas partes racimos muy agradables y provechosos. Con esto se le anunciaba que sus obras (sus himnos y cantos) se iban a extender por muchas regiones, llevando alegría y agradabilidad.

El obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso de su ciudad, y allí formó muchos maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias.

Los persas de Irán invadieron la ciudad de Nisibe, tratando de acabar con la religión católica, y entonces Efrén junto con gran número de católicos, huyeron a la ciudad de Edesa, y en esa ciudad pasó los últimos años de su vida, dedicado a componer sus inmortales poesías, y a rezar, meditar y enseñar religión a cuantos más podía. Dicen que la idea de dedicarse a componer himnos religiosos le llegó al ver que los herejes llevaban mucha gente a sus reuniones por medio de los cantos que allí recitaban. Y entonces Efrén dispuso hacer también muy simpáticas las reuniones de los católicos, por medio de himnos y cánticos religiosos, y en verdad que logró conseguirlo.

Para mejor inspirarse, nuestro santo buscaba siempre la soledad de las montañas, y en los sitios donde santos monjes y eremitas vivían en oración y en continuo silencio. Allí lejos del remolino de la vida social, le llegaba mejor la inspiración de lo alto.

Pero el obispo de Edesa al darse cuenta de las cualidades artísticas del santo lo nombró director de la escuela de canto de la ciudad y allí estuvo durante 13 años (del 350 al 363) formando maestros de canto para las parroquias. Y sus himnos servían en las iglesias para exponer la doctrina cristiana, alejar las herejías y los vicios, y aumentar el fervor de los creyentes. Y aun hoy sus composiciones poéticas siguen siendo de grandísimo provecho para los lectores. El expone las enseñanzas de la religión católica demostrando gran admiración por nuestros dogmas, o grandes verdades de la fe.

Dicen los historiadores que cuando hablaba de la segunda venida de Cristo y el día del juicio final, empleaba una elocuencia tan vigorosa que el pueblo estallaba en gemidos y sonoros llantos. Y en sus predicaciones consideraba como deber suyo principalísimo prevenir y preparar al pueblo para que nadie se dejara engañar por los errores de las sectas.

Los herejes se quejaban de que los muy bien ensayados coros de Efrén en los templos católicos atraían tantos devotos, que los templos de las sectas se quedaban vacíos.

La humildad de San Efrén era tan grande que se creía totalmente indigno de ser sacerdote (Aunque las gentes lo consideraban un gran santo, y su vida era la de un fervoroso monje o religioso). Por eso prefirió quedarse de simple diácono.

La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el año 370 cuando hubo una gran carestía y una pavorosa escasez de alimentos. Los ricos habían acaparado los alimentos y se negaban a repartirlos entre los pobres por temor a que se aprovecharan los avivados. Entonces San Efrén se ofreció de mediador y como a él si le tenían total confianza, organizó un equipo de entrenados distribuidores y logró llevar cuantiosos alimentos a las gentes más necesitadas. En una grandísima epidemia organizó un grupo de 300 camilleros y con ellos recogía a los enfermos y los llevaba a sitios especiales para tratar de conseguir su curación. Uno de sus biógrafos comenta: "Estas dos labores fueron dos ocasiones formidables que Dios le dio a nuestro santo, para que se ganara dos bellísimas coronas más para la eternidad: la de calmar el hambre de los más pobres y la de devolverles la salud a los enfermos más abandonados". Seguramente al llegar al cielo, habrá oído de labios de Jesús aquella bellísima frase que El prometió que dirá un día a los que ayudan a los pobres y enfermos: "Estuve enfermo y me fuiste a visitar: tuve hambre y me diste de comer. Ven al banquete preparado desde el comienzo de los siglos". (Mt. 25,40).

De San Efrén se conservan 77 himnos en honor de Cristo, de la Virgen Santísima y de los temas más sagrados de la religión católica. Su admiración inmensa hacia los sufrimientos son verdaderamente admirables y conmovedoras. Con razón las gentes lloraban cuando lo escuchaban o cuando leían sus emocionantes escritos. Por Jesús y por María tenía los más profundos sentimientos de simpatía y admiración. A María la llama siempre "Madre de Dios".

Su muerte sucedió probablemente en junio del año 373.

Nuestra Señora del Salz

En la zona más elevada de un cantil yesífero, y a unos cuarenta metros sobre la carretera que une la Villa de Zuera (Zaragoza) con la población de La Paúl, se encuentra la Ermita de Nuestra Señora del Salz.

Según la tradición la Virgen se apareció sobre un sauce a un caballero templario con un manto negro. Este caballero sería Hospitalario, ya que su uniforme era negro con una cruz blanca. (Esta tradición está sin datar, pero se supone que sería entre 1140 y 1150).

Con posterioridad los monjes cistercienses se asentaron en el Salz, posiblemente en 1152 y permanecieron allí hasta 1168. Desde el siglo XIII la Ermita del Salz pertenece a la Villa de Zuera por su compra a las Órdenes Militares.

La Virgen del Salz es una talla de madera policromada de finales del románico. Según la tradición bizantina, la Virgen se convierte en el trono viviente de Dios con el Niño sentado en su regazo, colocado frontalmente a los fieles. Su brazo derecho se presenta separado a modo de reposabrazos del trono, mientras que con el izquierdo sujeta al Niño, ambos están coronados. La Virgen lleva túnica roja y capa azul con adornos en amarillo que asemejan a la flor de Lis, de igual forma que es utilizada en la heráldica francesa.

A finales de la década de los 40 ocurrió un suceso que pudo tener nefastas consecuencias para la talla románica de la Virgen. Por ser imposible acceder al interior de la ermita, parece ser que por el estado de deterioro que presentaba con anterioridad a la restauración de 1953, la ceremonia de la eucaristía se celebraba en el exterior y, por efecto del calor, las velas se doblaron prendiendo el manto que llevaba la Virgen. La rápida intervención de un criado que tenían los santeros evitó que prendiera la talla. Hasta hace pocos años la Virgen se vestía con diversos mantos, que únicamente dejaban al descubierto el rostro de la Virgen y del Niño.

La talla fue restaurada en 1974 por los Hermanos Albareda con motivo del traslado de la Virgen a la Parroquia de Santa Engracia en Zaragoza, y posteriormente lo hizo en 1998 Felipe Cervera Vallespí. Para evitar su robo, la talla original se guarda durante todo el año en Zuera y se traslada hasta su ermita el día de la romería. Durante el resto del año se coloca en la ermita una réplica de la talla original realizada por José Luis Sancho Aurensanz en 1981.

La devoción a la Virgen del Salz ha perdurado desde su aparición sobre el sauce al caballero cristiano hasta nuestros días. Existen numerosos datos sobre la celebración de la romería ya en los siglos XVI y XVII. Cincuenta días después de la Pascua de Resurrección se celebra todos los años la romería. Los zufarienses llevan en procesión a la Virgen desde Zuera hasta la ermita haciendo un alto en una cruz que hay en el Barranco del Salado. La romería es un día de plegaria y alegría para los vecinos de Zuera. Hasta el comienzo de la subida a la ermita se lleva en procesión la réplica de la talla. A partir de este lugar se procesiona la talla original acompañada por el baile de los danzantes. El Dance se dejó de representar en 1915, siendo recuperado en la década de los cincuenta.

- D. Manuel Bernal: http://www.mbernal.net/patrimonio/ermita-del-salz -

Para nosotras, Hermanas de la Caridad de Santa Ana, Nª Sª del Salz y la Ermita donde se encuentra tienen una resonancia tan especial, que dan nombre a una de las Experiencias de nuestro Itinerario Formativo Carismático: la "Experiencia del Salz".

P. Juan Bonal, nuestro Fundador junto a M. María Ràfols, pasaba en este lugar largos periodos de tiempo, bajo la mirada de Nª Sª del Salz, preparando las “veredas” que le llevarían a evangelizar, a llevar la paz y a recaudar fondos para los enfermos del Hospital de Nª Sª de Gracia, a lo largo y ancho de España.

En este lugar y al amparo de Nª Sª del Salz, P. Juan Bonal falleció el 19 de agosto de 1829.

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