San Francisco de Borja

« ¡No serviré nunca más a un señor que pudiese morir!"»
Nacido en Gandía en 1510, pertenecía a una de las más nobles familias de España. Fue persona de confianza del emperador Carlos V y del Papa Paulo III. Intervino en la batalla de Provenza, y allí en sus brazos murió el poeta Garcilaso de la Vega.
El 1 de mayo de 1539 fallecía la emperatriz Isabel, considerada la mujer más bella de su tiempo. Acompañando el cadáver hasta Granada, después de 18 días de viaje, hubo que abrir el ataúd para identificar el cadáver. Profundamente impactado, se dice que exclamó “¡No serviré nunca más a un señor que pudiese morir!" A partir de ahora, servirá a Cristo, el Viviente.
Así, cuando tenía por delante una brillante carrera, y tras la muerte también de su esposa, renunció a todo para seguir a Cristo pobre en el estilo de vida que Ignacio de Loyola comenzara unos años antes.
Como religioso, no le bastaba conocer a Dios intelectualmente. Decía que "entender sin amar poco vale". Buscaba alcanzar un amor de Dios sin medida y el camino era la oración.
Aunque había renunciado a las dignidades del mundo, ocupó durante casi toda su vida religiosa a los cargos de gobierno. Como tercer general de los jesuitas fundó las misiones en los países de América que estaban bajo la corona española. Le preocupaba la formación de los novicios, y dedicó esfuerzos a la organización de los estudios dentro de la orden. Murió en 1572.