Consuelo Picón Ayala

Yo soy la Resurrección y la Vida.
(Jn 11,25)

Nació en Bahabón de Esgueva (Burgos - España) el día 21 de septiembre de 1932.

Comenzó el Postulantado el día 29 de febrero de 1952. El día 15 de junio de 1952 inició el Noviciado y pronunció los Primeros Votos el día 15 de junio de 1954. Hizo su Profesión Perpetua el día 18 de junio de 1959.

Formó parte de las siguientes Comunidades:

  • Hospital “San Juan de Dios”, Madrid (España).
  • Clínica del Dr. Martín Santos, San Sebastián (Guipúzcoa – España).
  • Residencia Quirúrgica del Seguro de Enfermedad, Calatayud (Zaragoza – España).
  • Sanatorio “Nuestra Señora del Rosario”, Madrid (España).
  • Residencia Sanitaria del Seguro de Enfermedad “Miguel Servet”, Zaragoza (España).
  • Colegio “Santa Ana”, Calatayud (Zaragoza – España).
  • Hogar Pignatelli, Zaragoza (España).
  • Centro Oncológico, Zaragoza (España).
  • Colegio “Santa Ana”, Zaragoza (España).
  • Casa de Ejercicios “Sagrado Corazón”, Garrapinillos (Zaragoza – España).
  • Guardería “San José”, Zaragoza (España).
  • Residencia “La Inmaculada”, Zaragoza (España).
  • Casa de Espiritualidad “Sagrado Corazón”, Garrapinillos (Zaragoza – España).

Hna. Consuelo se entregó toda su vida como enfermera y caminó haciendo, viviendo, sirviendo y acompañando en su vida a muchos enfermos en los doce centros a los que la obediencia la destinó, derramando optimismo y alegría, practicando nuestro Carisma de Caridad hecha Hospitalidad con todos sus destinatarios, y siempre con generosidad, en la salud y en la enfermedad.

La recordamos, sobre todo, en Zaragoza, en la Guardería de San José, en el Barrio Oliver, donde tantas necesidades pasaba entonces la gente. Y ella la atendía. Y no la olvidan, sobre todo los niños a los que no sólo curaba en el botiquín sino que, con su creatividad, hacía con ellos aquellas obras de teatro en las que todos participaban al mismo tiempo que se maravillaban.

Hna. Consuelo se marchó como ella quería, en el mes de mayo, con la Virgen, a quien invocaba con tantas plegarias y oraciones salidas del corazón. Nos las ha dejado como recuerdo y nos traen su presencia.

Se marchó entre las fiestas del Corpus y el Corazón de Jesús. Y ella misma escribía tu experiencia de Dios en el triduo del Sagrado Corazón: “¡Venid a Mí! ¡Qué bueno eres Señor! ¿Cómo no vamos a ir a Ti, si hallamos siempre comprensión, descanso y perdón, y Tú tienes palabras de vida eterna? Tu palabra está comprometida con los pobres, los humildes, los que sufren. Éstos recibirán el título de Bienaventurados”.

El Señor le concedió lo que deseaba: su voluntad era morir en la Comunidad, en su cama, de muerte natural. Y así se cumplió. Pero lo que más nos impresiona en su vida es cómo llevó tantas enfermedades; con qué tesón, con qué entrega a la voluntad de Dios. Los médicos y personal sanitario se admiraban de su alegría y de su sonrisa agradecida.

En su diálogo con el pájaro que cada día acudía a su ventana decía: 

“Mi cuarto, ha sido el lugar donde me encontraba bien y muy a gusto. Todo el espacio era mío, podía aparcar mi silla de ruedas donde quisiera, sin molestar a nadie. Allí ponía en marcha mi imaginación para crear algo nuevo. Doy gracias a Dios que me ha dado este don de ser bastante creativa, esto me hacía más hábil, diligente y dispuesta para todo, a pesar de mis limitaciones y de mi poco valer.  Pues a los veinte y cinco años, empecé con una artritis reumatoide progresiva, y esta enfermedad, ya fue inseparable de mi vida.  En mi cuarto supe descubrir la fuerza de la luz de cada amanecer, mirar de nuevo al cielo y vibrar ante esa maravilla, y tener ilusión por todo y dar sentido a la vida cada mañana a tantos ratos de soledad. Para todo buscaba motivaciones y siempre las encontré en Dios. ¡Cuánto disfruté de la oportunidad que Dios me ofrecía de comenzar un nuevo día!

Cada mañana, cuando abría mi ventana, el aire fresco rozaba mi cara, y esto hacia reavivar un poco más mi vida. ¡Cuántos amaneceres y atardeceres he visto y contemplado desde mi ventana!  ¡Cuántas puestas de sol!  ¡Cuántos colores en el cielo!  ¡Cuántas estrellas!  Me gustaba apagar la luz porque así su brillo era mayor. Al mirar, me parecía que recibía una inspiración del cielo. Hasta que un día apareció el pájaro en mi ventana: fue una suerte encontrarle, se convirtió en un amigo que sería inseparable.  A los dos nos gustaban las alturas, los dos éramos de vuelos altos  ¡cuántos diálogos hemos tenido!...

Hoy vamos a cantar el último canto a la vida y dejarnos vibrar en el horizonte del cielo. Y en medio de todo esto, mi imaginación ha sido libre, y así, cuántas veces hemos desplegado las alas de la nada y nos dejábamos llevar surcando el azul del cielo. Viajábamos libres y felices más allá de las estrellas, encontrando sentido a la vida.

Hemos disfrutado mucho, porque hemos amado mucho.  El que ama no sufre.  Querido amigo pájaro, ya me fallan las fuerzas físicas, pero voy a hacer mi último esfuerzo, mi coraje, hasta mi entusiasmo y mi alegría para este final.  Pero sobre todo quiero contar con la ayuda de Dios. Y ya nos tenemos que despedir, porque... hoy sí, quiero unir mi vuelo al tuyo y volar tan rápidos como el pensamiento... Hoy sí, nos vamos a lanzar al espacio para que nuestro vuelo se acelere, para que mañana sea un nuevo amanecer junto al PADRE.

HERMANAS Y AMIGOS TODOS, desde el cielo os seguiré queriendo y os recordaré.”

Hna. Consuelo fue un regalo de Dios para la Congregación y en las distintas tareas que le fueron encomendadas, principalmente en el Ministerio Pastoral de Salud, donde acogió, acompañó, curó, cuidó y sirvió “con el mayor cuidado, con todo detalle, con todo amor”.

Damos gracias a Dios por la vida de Hna. Consuelo; una vida entregada al Señor Jesús y, en Él, al servicio de sus Hermanas y hermanos, especialmente de los más pobres y necesitados a ejemplo de nuestros Fundadores; una vida tejida de gestos de Caridad hecha Hospitalidad.

Fue llamada a la Casa del Padre el día 26 de mayo de 2008 en la Comunidad de la Casa de Espiritualidad “Sagrado Corazón”, en Garrapinillos (Zaragoza – España), a los 75 años de edad y 56 de Vida Religiosa.

¡DESCANSE EN PAZ!

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