Pabla Bescós Espiérrez

A mí me lo hicistéis.
(Mt 25)
Año 1848. 25 de enero. En el Casal de Campo del pueblo de Panzano (Huesca), en las estribaciones de Sierra Guara, nace una niña. La séptima hija del matrimonio formado por José y María. Una familia numerosa a la que se agregará, tres años más tarde, otra niña: Sebastiana. Al día siguiente de su nacimiento, recibe el bautismo en la Iglesia parroquial de Panzano. Y con él, su nombre: Pabla Bescós Espiérrez.
Es una niña de un carácter sereno y firme y una salud débil que le impide colaborar en las labores del campo. Ella se queda en casa con su madre, y sin embargo, la jornada se hace larga. Un día revela a su madre su secreto. Desearía asistir a la escuela del pueblo. En aquel tiempo, la mujer no asistía a la escuela porque no se consideraba que fuera necesario, y además, la coeducación no goza de buena prensa. María Espiérrez habla con su esposo y José Bescós decide entrevistarse con el maestro de Panzano, D. Manuel Gros. Es así como Pabla cumple uno de sus sueños. Se revela como una muchacha despierta, en la que se combina perfectamente la inteligencia y la constancia.
En 1852 recibe el sacramento de la Confirmación en el Monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Gloria en Casbas, y en 1861 la Primera Comunión en la Iglesia de San Pedro de Panzano. Es entonces cuando manifiesta a sus padres el deseo de ingresar en la vida religiosa. Es aún joven para ello, sólo tiene trece años. A nadie sorprende este deseo y a los 16 años, la tradición afirma que solicita el ingreso en el Monasterio de Casbas. Sin embargo no llega a ingresar como cisterciense.
Es entonces cuando el párroco de Panzano, D. Juan Monclús le propone conocer a las Hermanas de la Caridad de Huesca. En esa Hermandad está de Superiora de la Misericordia, su hermana Mª Rosa Monclús. Pabla viaja hasta Huesca para conocerlas y queda cautivada por un estilo de vida sencillo, alegre, radical, que combina la oración y el servicio a los más pobres. Sin embargo, las Hermanas de la Caridad no la admiten enseguida, quizá debido a su mala salud. D. Juan Monclús interviene escribiendo una carta en la que propone que Pabla realice una experiencia con la comunidad.
La Hermandad de Huesca está compuesta por dos comunidades: el Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza y la Misericordia. En estos momentos no está incorporada a la Hermanas de la Caridad de Santa Ana, formando dos Hermandades jurídicamente independientes hasta el 25 de abril de 1868. No obstante mantienen un origen común y una vinculación afectiva, sobre todo por los seis años del destierro de Madre María Ràfols en Huesca. En las dos comunidades hay Hermanas que la conocieron y vivieron con ella.
Pabla ingresa en las Hermanas de la Caridad de Santa Ana como postulante en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, el día 23 de octubre de 1868. Durante seis meses va a experimentar la vida de las Hermanas. En 1869 inicia su noviciado y tiene como Maestra de novicias a M. Martina Balaguer, que años más tarde, desempeñará el cargo de Superiora General de la Congregación. Ella va a iniciar a las jóvenes en los tres pilares básicos de la Hermandad: el servicio a los más pobres y necesitados, la vida en fraternidad y la experiencia de un Dios que es Amor.
Pabla emite su primera profesión el día 8 de mayo de 1870 y se queda en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Ha de pasar una temporada en Panzano para restablecerse ya que su salud débil y el mucho trabajo hace que enferme. A su regreso, y con 23 años, es nombrada responsable de la Sala del Pilar dedicada a medicina general, enfermedades venéreas y algún caso de tuberculosis. En 1872 forma parte de las 27 Hermanas destinadas al Hospicio e Inclusa de Zaragoza.
Atraviesa una crisis de fe que le hace dudar, incluso, de su vocación como Hermana de la Caridad y la vida contemplativa del Monasterio de Casbas se le presenta como una alternativa. D. Antonio Ochoa, Director de la Hermandad, le hace ver que es simplemente un nublado. Enferma e incluso se llega a temer por su vida. Los médicos le aconsejan pasar una temporada en Panzano y unos días de reposo en un balneario. Cuando regresa a la comunidad, M. Martina que estaba de superiora en la comunidad del Hospicio, le traslada a una oficina que le permite disfrutar de las tardes libres. Se dedica entonces a bordar, y en la Casa General de Zaragoza se conservan cuadros hechos por ella durante esta época.
El 15 de mayo de 1874, en el Oratorio de la Inmaculada de la Comunidad del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, emite su profesión perpetúa prometiendo guardar pobreza, obediencia, castidad y hospitalidad por el tiempo en que permaneciere en esta Hermandad. Cuatro años más tarde, en 1878, es nombrada superiora de la nueva comunidad del Hospital San Nicolás de Bari de Alcañiz (Teruel). Las Hermanas atienden, además del Hospital, cualquier necesidad que se presente como cuando durante el invierno de 1879-1880 guisan y distribuyen la comida para los jornaleros que se han quedado sin trabajo a causa del temporal de escarcha y nieve que sufre la ciudad. En 1880, las Hermanas inauguran la primera Escuela gratuita de la Congregación, La Inmaculada Concepción, donde se enseñan las asignaturas de primera enseñanza y toda clase de labores. En 1883, se abre, con el mismo nombre, el Colegio y la escuela de párvulos. Así los más pequeños y las niñas de los pueblos cercanos a Alcañiz, pueden acceder a la educación. En Alcañiz, M. Pabla atraviesa su noche oscura y la experiencia de estar separada de Dios es dolorosa y cierta. En 1885, España sufre una epidemia de cólera. En Alcañiz, las Hermanas atienden a los enfermos en el Hospital y en los domicilios particulares. También los pueblos cercanos a Alcañiz se benefician de la presencia de estas mujeres que sin descanso ni tregua se dedican a asistir a los contagiados sin temor al contagio o a la muerte. El colegio de la Inmaculada Concepción se deja en manos de una maestra seglar para que todas las Hermanas se puedan dedicar a los enfermos de cólera.
Madre Pabla es nombrada, el 4 de septiembre de 1889, Maestra de novicias de la Congregación. Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana están viviendo una época importante. El Papa León XIII ha emitido el Decreto de Alabanza que es el primer paso para el reconocimiento de la Congregación como de derecho pontificio; hay nuevas Constituciones y la Congregación ha ido a Venezuela para servir a Jesús en la persona de los leprosos. El noviciado está situado en el número 66 de la calle Mayor de Zaragoza. Allí, M. Pabla Bescós va a instruir a las Hermanas jóvenes en los conocimientos necesarios para su misión y en la vida espiritual. Una vida de oración y trabajo constante, silencio y humildad, alegría y sacrificio.
Además, forma parte desde 1892 del Consejo General. Como consejera acompaña a un grupo de seis Hermanas que en el invierno de 1893-94 asisten a los heridos de la guerra de Melilla en un hospital de Málaga.
Tras el fallecimiento de M. Martina Balaguer, el III Capítulo General de la Congregación elige a M. Pabla Bescós como Superiora General, el 23 de noviembre de 1894, por mayoría de votos. Va a desempeñar este cargo, durante 35 años, hasta su muerte, el 20 de febrero de 1929.
Como Superiora General, consolida la Congregación lográndose la aprobación definitiva de la misma mediante su reconocimiento como Congregación de derecho pontificio, el 14 de enero de 1898; la aprobación de las Constituciones, el 11 de marzo de 1904; y, la unificación de rezos, publicándose Libros de prácticas desde 1913. La celebración del primer Centenario de la Congregación y el Centenario de los Sitios de Zaragoza es un reconocimiento a la vida y a la misión de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. La Comisión Ejecutiva de los Sitios dedica a Madre María Ràfols una lápida y le otorga el título de Heroína de la Caridad. En la Plaza del Portillo, en un lateral del monumento dedicado a las Heroínas de los Sitios, el busto de Madre María Ràfols recuerda la actuación heroica de las Hermanas durante este episodio de la Guerra de la Independencia.
Madre Pabla trabaja con ahínco por el reconocimiento de la figura de los Fundadores. En 1923, la ciudad de Zaragoza dedica a María Ràfols la calle de la misericordia porque Misericordia y Ràfols suenan lo mismo. Al año siguiente, es Vilafranca del Penedès, el pueblo natal de María Ràfols, quien le dedica un retrato en la galería de personas ilustres del ayuntamiento vilafranquino. En 1926, se edita "Heroísmo y santidad", primera biografía de Madre María Ràfols, escrita por el P. Calasanz Rabaza. Pero lo más destacado es el traslado de los restos de P. Juan Bonal y M. María Ràfols a la Iglesia de la nueva Casa Noviciado de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, el 20 de octubre de 1925, y la celebración de una velada en el Hospicio provincial de Zaragoza para honrar la memoria de los Fundadores.
Mujer de una gran sensibilidad misionera, visita, en 1907, las comunidades de la Congregación en Venezuela. Dispone la participación del Instituto en la Exposición Misional de Barcelona del año 1927, la creación de una beca para un seminarista indígena y la creación, en julio de 1926, de la revista Manantial de Vida.
Fallece en la Casa Noviciado de Zaragoza, el 20 de febrero de 1929. Y es enterrada en una de las tribunas de esta misma Casa donde tantas horas pasó en oración.
(Hna. Mª Luisa Ferrero Arner, Y la semilla dio fruto I. págs. 209-211)
¡DESCANSE EN PAZ!