Santa Leocadia
Nació, en Toledo de familia cristiana, en el siglo III en plena época de persecución de los cristianos.
Cuando llegó allí Daciano con orden de erradicar el cristianismo reduciendo a los cristianos al culto de los dioses del imperio o exterminándolos si se resistían, entre los primeros denunciados estuvo Leocadia, porque se significaba notablemente propagando la nueva fe entre los toledanos.
Mandada comparecer ante el tribunal, persistió en confesar su fe, por lo que fue condenada a una cruel pena de azotes y prisión. Estando en la cárcel, donde se había grabado una cruz en la piedra, supo del martirio de Santa Eulalia de Mérida, cuyo ejemplo la animó a seguir con más firmeza en la fe y a refugiarse en la oración ante su cruz grabada en la piedra. Vencida por las heridas que habían quebrantado su cuerpo y por las duras condiciones de la prisión, murió el 9 de diciembre del 304.